Vivir una vocación religiosa es un misterio, y determinar una vocación es difícil. Dios respeta nuestra individualidad y libertad, por lo que el discernimiento puede y debe ser un descubrimiento gradual. Dios quiere que elijamos libremente nuestra vocación, sea cual sea; por lo tanto, debemos plantearnos algunas preguntas básicas:
- ¿Practico activa y gozosamente mi fe católica?
- ¿Deseo una relación más profunda con Jesucristo?
- ¿Disfruto trabajando con personas de toda condición?
- ¿Me anima la vida de san Francisco?
- ¿Me entusiasma el mensaje del Evangelio?
- ¿Estoy buscando una manera de compartir mis dones y talentos con los demás?
- ¿Siento una llamada de Dios a algún camino específico de la vida, pero no estoy muy seguro?
Si has respondido afirmativamente a algunas de estas preguntas, deberías:
- Orar por la comprensión de la Palabra de Dios en tu vida.
- Tener una reunión con un miembro del consejo de vocaciones para hacer preguntas y obtener retroalimentación. (¡Sin compromiso!)
- Hablar con un sacerdote, diácono, hermana, hermano o laico con experiencia en la vida espiritual para que te ayude a discernir.
- Involúcrate en formas de servicio en tu comunidad parroquial.
- Forma parte del Programa de Discernimiento Capuchino.
- Mantente en contacto con los frailes; ¡visítalos y habla con ellos a menudo!
El posible candidato a la vida religiosa debe ser capaz de vivir en fraternidad y estar comprometido con la vida comunitaria. Aunque vivir en comunidad puede ser una alegría absoluta, exige serios ajustes en el estilo de vida. Renunciar a los bienes ateriales no es fácil en el mundo actual. Vivir en comunidad implica comprometerse, compartir y dialogar, tratando de llegar a una comprensión y aceptación recíproca de cada miembro de la comunidad.
"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Mateo
16:24
"Vende lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, y ven, sígueme". Mateo
19:21
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